Ezequiel 2:7
Exhortar y corregir
lo deficiente es un trabajo meticulosos del Espíritu Santo, y usa a sus discípulos para llevar acabo tamaña
tarea.
Y es el mismo Espíritu
de Jesús que prepara a sus hombres para recibir la retribución de la corrección
que van a impartir.
Muchas veces y en
muchas ocasiones los hombres que llevan el mensaje de corrección, reciben rechazos, menosprecio y al final son echados
de en medio de sus propios hermanos.
La corrección duele
porque es vehemente, no es para el agrado del oído sino para la desintoxicación
de la iglesia. Y esta exhortación muchas veces saca el mejor fruto en los hermanos que la aceptan y lo peor
en aquellos que obrando en la carne desprecian no solo el mensaje sino al
mensajero.
En ocasiones hay mensajeros
que acuchando la vos de Dios entran en una encrucijada, tratando de ver si el
mensaje será o no asimilado y si este no ahuyentará a los hermanos dejando la congregación
con pocos. A menudo tienen temor de exhortar pues “no vaya a ser que el hermano
o hermana que aporta generosamente se sienta ofendido y se vaya”. En este caso
hay quienes se llaman al silencio, están allí como inertes, sin dejar que el espíritu
de Dios obre en ellos. Y aquella corrección que no se dice, deriva en un error
peor que ya no puede ser controlado.
Debemos estar
convencidos del mensaje del Señor, no tengamos temor de decir lo que se nos
impuso en el espíritu que tenemos que decir. Samuel tuvo temor de decir a Eli
lo que Dios le había hablado, sin embargo Eli insistió en saber del asunto, y
aun cuando los augurios no eran buenos, tuvo que aceptar la voluntad de Dios.
Muchas veces no
queremos hablar lo que se nos revelo, a veces el pueblo espera una palabra,
pero tenemos miedo de hablar porque aquellas palabras son de corrección y reprensión.
Aunque Jacob callo al
principio sobre lo que le aconteció a Dina, igual no pudo detener el furor de Simeón
y Levi.
Debemos aceptar la exhortación,
más si nos es dada a nosotros para que la digamos a nuestros hermanos. Allí
debemos poner nuestro rostro como pedernal para hablar lo que se nos mando.
Estamos ante un camino que nos confronta con la verdad o con el furor. Si
decimos la verdad aunque no sea aceptada, la corrección de Dios vendrá sobre
los desobedientes y no sobre los quebrantados. Pero si no hablamos conforme se
nos mando, haremos desatar la ira de Dios sobre Toda la congregación.
No Temas al momento de
hablar, se como Elías, que no tenia reparo en hablar lo que Dios le revelaba. O
tal vez seas como Jonás, que no deseas que tu pueblo se salve de la ira
venidera.
Elías oro y fuego descendió
sobre los desobedientes para que vean el poder de Dios en el altar. Jonás
predico aun cuando estaba en contra de sí mismo y un pueblo entero se arrepintió.
Si eres anciano, o
tienes cualquier posición de servicio en la congregación y Dios te revela algo
que debas anunciar, por más duro que sea “DILO” al frente, pues por la palabra
de Dios se quebrantaran los corazones, y así como Nínive alcanzo el favor de Jehová,
así la congregación alcanzara el favor y la misericordia de Jesús.
Es posible que un
mensaje te haga ganar muchos enemigos, aun de tu propia congregación, de tu propia
iglesia, pero eso es el precio de hablar en nombre de Jesús.
Decide, o agradas a
Dios o a los hombres.
El Kerux