Cuando las cosas mundanas empiezan a ocupar un lugar en tu corazón,
en tu tiempo, cuando estos deseos humanos ya no te dejan leer, orar, tener una comunión
con Jesús; entonces es tiempo de cortarlas. No hay objeción, o son ellas en tu vida
o Jesús en tu vida.
Si haces un balance
de tu tiempo y en ese tiempo solo hay minutos para la oración y lectura,
entonces no hay Cristo en ti. Es en serio, esto es serio.
Si tu vínculo con el Señor
solo es una reunión de oración los miércoles y una oración rápida en las comidas,
es algo realmente serio, no hay un Cristo genuino en ti.
No hablo de estar 24 horas hablando de las escrituras, o en oración continua,
aunque sería bueno, sino de la presencia de Cristo en todas tus actividades y
tus reuniones. En tu trabajo, en tu casa, en el deporte, en la recreación.
Lo que demuestra si
es que tenemos una actitud hacia Cristo y su iglesia es nuestra sencillez, el
cómo encaramos los proyectos diarios de la vida y los embates de la rutina.
La sencillez delimita lo que estamos pensando, si en
tener o el ser. Si todo lo que hay en
mis horas es deseo por tener tal o cual cosa, pues ahí solo hay carnalidad y no
sencillez. Si soy estorbado por algo que
quiero y no tengo y quiero luchar para conseguirlo, ahí no hay sencillez, hay necedad.
Un corazón sencillo
solo desea lo sencillo y práctico, y ahorra el tiempo para vivir una vida plena
con Cristo.
¿Cómo saber donde estoy parado?
Piensa un momento,
que ibas a hacer ante s de leer este articulo y si lo que ibas a hacer
glorificaba a Jesús, medita en tu última conversación, y recuerda cuántas veces
salió el nombre de Jesús de tu boca, o si has manifestado el ser parte de su
reino, si has hablado del pecado y el arrepentimiento. No te justifiques si no
lo hiciste, acéptalo. Para ti Jesús solo es una reunión y una comida con
hermanos y nada más.
¿Cuándo fue la última vez que leíste tu biblia y entendiste
lo que leías? ¿Cuándo fuiste quebrantado? al tal punto que te levantaste y
dijiste no puedo seguir así, pensando en que comeré en que vestiré, en las ofertas
del súper, en el campeonato de fútbol o el súper tazón. En la canción romántica
que me dedicó un ex novia/o aunque estas
casado/a.
Si estas cosas están
en ti, estás más afuera que adentro..... Pero ya es hora de entrar.
Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza,
pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;
Colosenses
3:5
19 Porque del corazón salen los malos pensamientos
Mateo
15:19
Atraviesa la puerta que puso tu vida en stand
by y la entregó al frenesí rutinario y amorfo de la vida carnal. Entrega todas
tus áreas al Señor Jesús, limpialas, saca lo que tengas que sacar sin miedo y
sin remordimientos, aun cuando estas cosas tengan un valor sentimental en tu vida.
Recuerda que el sentimiento es carnal y pecaminoso. Y QUE LO SENTIMENTAL NO
TIENE NINGÚN VALOR EN LA VIDA ESPIRITUAL.
“y lo
tengo por basura, para ganar a
Cristo.” Filipenses 3:8
Ataca de lleno tu
forma de vida, cambia tus hábitos literarios, lee más tu biblia, haz un
devocional mañanero, ora una hora por día o a los sumo 20 mts (no cuentan las
sumas de la oración de la comida ni a la hora de dormir). Retírate a meditar un
momento en el día, en silencio. Vuelca a Dios tus necesidades y deseos, habla
con él de ese asunto oscuro que tienes y encuentra paz y perdón en EL.
Arregla tus asuntos
familiares, lo de perdón con perdón, lo de dinero con dinero, acepta disculpas y
perdona deudas. Arregla tus asuntos legales si los tuvieras. Se prudente en
todo lo que haces. (Romanos 13:7-8)
Habla con el pastor
de tu iglesia y coméntale lo que estás haciendo. Únete y lee blogs donde el evangelio sea bíblico.
Comparte, pide instrucción, lee las enseñanzas. Gasta dinero en comprar la
literatura necesaria para tu crecimiento espiritual. Selecciona la misma. Participa
en los gastos de tu iglesia; y si acaso dónde vas está muy desbordado por un evangelio
prosperiano y ecuménico sin sentido, donde hay fornicación, adulterio
escondido, cosas raras. Busca en tu región o en tu ciudad pares, gente que
comparta lo mismo que tu y conversen, pidan asesoramiento a ministerios que ya están
formados bíblicamente. Participa con ellos tu inquietud y pídeles ayuda espiritual.
Empieza a vivir en
el reino
Luego de que ya hayas
abierto esa puerta y cruzado el dintel, vas a sentir ese frescor y esa paz que
hace mucho no la sentías. Jesús el Señor y Dios empezará a corregir y guiar tu corazón.
Busca su reino y su
justicia, ora en profundidad y pide la guía del Señor, observa dónde y cómo
puedes hacerlo, mantén un correo fluido con ministros piadosos y pide que te
visiten o a lo sumo gasta tu dinero y viaja donde tengas que viajar para encontrarte
con ellos y charlar.
Empieza en tu ciudad o
en tu barrio un grupo de reunión con quienes tengan ese mismo sentir que ahora tú
tienes, y si ya hay un grupo de estos, pues únete a ellos y aporta.
Toma los cursos que
sean necesarios para ser instruido. Busca recursos bíblicos genuinos. Junten
recurso monetarios y aprueben que hacer con él. Es decir comprar material,
visitar a algún ministro o hermanos que estén dispuestos a ayudar.
Ambiciona el reino.
Si lo que tienes en
tu corazón es una transformación genuina, esta te va a hacer ambicionar el
reino, para ello deberás dedicarle más tiempo de tus horas del día. Pero sobre
todo saber que has sido llamado a hacerlo. Pero ¿Cómo saberlo?
Dios pone en nosotros
tanto el querer como el hacer (Filipenses 2:13), así que si esa inquietud es
genuina y te persigue por días y meses, es tiempo de hacer algo, pero si es
pasajera dejará de estar en tu corazón y se esfumara.
Si es genuina y persiste,
debes saber si tus requisitos están al día, si eres casado lee 1° Timoteo 3, y
si eres soltero lee: 1° Timoteo 4:4-16
/Efesios 6:1-3
Si eres mujer lee: 1°
Timoteo 3:11/ Tito 2:3-5/1° Pedro 3:1-5
Tanto mujeres como
hombres deben y pueden dedicarse de lleno a la obra del Señor, los hombres como
ministros, ancianos, genuinos
evangelistas y maestros, y las mujeres como maestras del bien y apoyo a otras
mujeres, como las instructoras de niños y la ayudadora de ancianos y viudas.
Deja de llenar tu vida
con cosas que te llevaran al seol y a la muerte. Y has que Cristo llene tu vaso
con su agua fresca y la transforme en vino. El agua es su evangelio en ti y el
vino su sangre en ti que indica la conversión y la transformación para una vida
nueva.
Indicación: Las
cartas a Timoteo y Tito, están llenas de los ejemplos y requisitos que debemos
tomar y tener si es que queremos servir, si estás en línea con la lectura la leerás
en 3 días o más.
Es hora de despertar
y ser la iglesia.